SEÑALES EN LOS CIELOS, SEÑALES EN LA TIERRA: ANGUSTIA, CONFUSIÓN Y OLAS

Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas,...”. Fueron palabras proféticas de Nuestro Señor Jesucristo, según leímos en Lucas 21:25.  Ahora lea lo que dice la segunda parte de este versículo 25 de Lucas 21;  Cristo dijo que en la tierra habría “...angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;”.  Veamos esto último en dos partes:   primero el Señor dice que en la tierra habría “angustia de las gentes,... “. Mis amables lectores, se acerca un tiempo de angustia sobre esta humanidad que no tiene precedentes. En Jeremías 30:7 se habla del “...tiempo de angustia para Jacob;...”, es decir, un tiempo de grande angustia que vivirá la nación de Israel, después del rapto de la iglesia. Por otro lado, en Daniel 12:1 leemos que el ángel le dijo al profeta: “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces;... ”.

     Esta angustia venidera será de carácter mundial. Mire amigo y hermano, todavía no son los días de la tribulación y el arrebatamiento del pueblo de Dios no ha ocurrido aún, y en toda la tierra hay una especie de angustia en las gentes, en la sociedad, por varias razones: se habla de que el mundo está superpoblado, y que el hambre pulula en muchos países del “tercer mundo”.   También oímos frecuentemente de enfermedades incurables, desnutrición, aumento galopante del desempleo, hogares cada vez más divididos, delincuencia de adolescentes y jóvenes, abortos, inundaciones, terremotos, ríos contaminados, gentes sin hogar, insalubridad, guerras, terrorismo, drogadicción, racismo, homosexualidad, y toda suerte de perversiones, cultos satánicos, sectas falsas, etc.  

     Todas estas realidades que estamos viviendo hoy mis amables oyentes son un caldo de cultivo para el cumplimiento literal de las angustias que habrá en la tierra, en las gentes después del rapto durante el periodo de la tribulación de juicios que seguirán. Si consideramos la guerra termonuclear  de aquellos días con su secuela de pestes y hambres y millones que morirán, según el Apocalipsis, entonces  esta angustia que viene sobre las gentes será algo nunca antes visto; por eso es importante mi amigo que usted busque a Jesús, el único refugio seguro,  que murió en la cruz para salvarnos y limpiarnos de nuestros pecados con su sangre preciosa, darnos vida eterna, gozo y paz ahora, y librarnos de la ira venidera y del fuego eterno.    

     Si usted aún no se ha arrepentido de sus pecados, hágalo ahora, y entregue su corazón a Jesucristo, recibiéndole como su Salvador personal y Señor, para que sea salvo ya, ya, hoy, hoy mismo; no deje usted pasar esta crítica oportunidad. Cristo viene por su pueblo ya, podría ser mañana y los que no creen y no son salvos se quedarán y verán cumplirse el resto del versículo 25 de Lucas 21, donde Cristo dijo: “confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;

     Por bramido del mar debemos entender que el mar va a rugir con un gran ruido resultado de una sacudida telúrica en el fondo del océano que provocará maremotos  que harán levantar gigantescas olas que arrasarán las costas  quitando las vidas a miles y miles de personas en muchos países. Ya hubo dos grandes señales de esto: una ocurrió el 26 de diciembre del año 2004 con ese gran tsunami en las aguas del Océano Índico y cuyas olas afectaron a Indonesia, Tailandia, Malasia, Sri Lanka, India. ¡Qué terrible fue eso! 230,000 personas fallecieron.  

     Samid Damasarov pasará a la historia como el meteorólogo que trató de advertir sobre el tsunami en Asia, pero a quien nadie oyó. En efecto, Samid, un experto y ex jefe del departamento meteorológico de Tailandia dijo haber alertado al gobierno que un tsunami mortal podría estar aproximándose a las playas repletas de turistas, más no pudo encontrar a nadie que contestara sus llamadas.  

     Una vez producido el enorme terremoto del 26 de diciembre del 2004 en las costas de la isla de Sumatra, Indonesia y que causó 9 grados de magnitud, el más grande en los últimos 40 años, Samid Damasarov de inmediato dijo estar seguro que un tsunami se aproximaba.  “Intenté aproximarme a la oficina” -él dijo- “pero era domingo y no había nadie allí, advertí que ocurriría un gran desastre.”  Manifestó a los periodistas: “todo el mundo se reía de mí y decían que yo era una mala persona, y que mi deseo era arruinar mi las visitas turísticas.

     Más triste todavía mis amables oyentes es que la gente no presta atención a las solemnes palabras proféticas de Cristo. Como ya vimos en Lucas 21:25  Él dijo:“ Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas...”. Como si lo dicho hasta aquí fuera poco, sucedieron otros tsunamis después del 2004, siendo el más fuerte el ocurrido el 11 de marzo del 2011, cuyas olas arrasaron casas y automóviles en una isla de Japón y causó pánico por la afectación al reactor nuclear de Fukushima que explotó despidiendo radiactividad peligrosa en el aire.

     Oh, mi alma te alaba Padre, ¡qué tiempos peligrosos son estos!  En verdad Cristo ya viene.   Preguntamos: ¿cuándo sucederá el próximo tsunami con devastadoras olas que afectarán más naciones? No lo sabemos, solo Dios lo sabe; pero lo que sí sabemos es que habrá olas, otro tipo de olas que van a venir y amenazarán a la iglesia de Jesucristo, a todo creyente realmente lavado en la preciosa sangre del Cordero. Vayamos a Marcos 4:35-37  y leamos lo que allí dice: “Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.” 

     De este pasaje podemos sacar, mis amados, tres verdades o principios fundamentales:  

     #1)  La calma presente puede ser interrumpida por una tempestad inesperada: Jesús había entrado con sus discípulos en la barca, y como suele suceder en el Mar de Galilea, también conocido como Lago de Genesaret. Vientos recios repentinamente soplaron y el lago tranquilo se convirtió en un mar picado con fuerte oleaje; la tempestad irrumpió de repente, y así sucede con nuestras vidas mi hermano; estamos tranquilos y de repente suena el teléfono con una mala noticia; o de repente  sobreviene una experiencia desagradable. Prepárese en este nuevo año para situaciones de repente que se van a dar y que no van a sorprender a Dios, pero que sí le van a sorprender a usted.

     #2)  Observe lo que Jesús le dijo a sus discípulos antes de esta experiencia cuando entraron en la barca: “...Pasemos al otro lado...  pasemos al otro lado...”. De igual manera, el Señor te dice mi hermano: “pasa al otro lado; pasa al otro año, aunque en la travesía te vas a encontrar con una tempestad que no sabes y que no esperas; pasa al otro lado, pasa al otro año, y no tengas miedo porque yo voy a estar contigo.

     #3)   La presencia de Jesús en la barca de nuestras vidas no significa que no habrá tempestades. Es más, las tempestades forman parte del plan divino, pues nos preparan para la bendición que Dios tiene para nosotros más adelante cuando lleguemos al otro lado. Antes de llegar a la bendición, tienes que pasar por la tempestad. A veces mientras más cerca estamos de Jesús, mayor es la tempestad; ¡qué paradoja! Jesús estaba dentro de la barca, y como leímos, las olas entraron en la barca, y ya estaba a punto de hundirse, y Jesús estaba allí.  ¿Le ha pasado esto alguna vez?

     Olas de angustia, aguas de problemas; ansiedad y preocupación inundan su alma y usted tiene que clamar como leemos en Salmos 69:1 “Sálvame, oh Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma”.  Oh, qué interesante. Jesús está en  la barca de nuestra alma, y de alguna manera las olas de ansiedad, tristeza y dolor la inundan, de tal manera que a veces uno siente como que ya es el final. Las aguas anegan y el creyente se siente a punto de hundirse; a punto incluso, de morirse a veces; como le sucedió a una querida hermana oyente de este programa que nos autorizó para que diéramos su testimonio.  

     Ella es una fiel oyente de este programa Impacto Espiritual. Y sucedió un día que entraron a su propiedad; sola ella allí, realizaba algunas tareas cuando se levantó una tempestad de repente. Unas  personas violentaron la puerta y entraron y agarraron a la hermana, e hicieron un forcejeo y la sometieron a un traumatismo físico tal, que la hermana pensó que iba a perder la vida. Ella se dio cuenta que estas personas  estaban dispuestas a asesinarla. Esta hermana lo único que podía hacer era orar en su mente y en su corazón y decir: “Jesús ayúdame,  Jesús ayúdame”. Después de esto logró de alguna manera gritar en voz alta: “Jesús ayúdame, Jesús ayúdame”,  lo cual escuchaban estas personas y le decían que se callara la boca.

     Luego esta hermana sintió de parte de Dios que debía estarse quietecita, haciéndose la muerta, pensando que así ya no la seguirían violentando. Y efectivamente así fue. Ella no se movía y pensando que estaba muerta, se dispusieron a saquear su propiedad; cuando de repente como cosa de Dios, ella escuchó voces afuera que la llamaban, y debido a esto los malhechores salieron huyendo de la propiedad. ¡Qué prueba, qué experiencia!

     Las olas entraron en su alma. Esta gran prueba con estas personas amenazó su vida; las aguas la anegaron, pero no se hundió. Ella no murió. Jesucristo que es el mismo ayer, hoy y por los siglos, sin lugar a dudas desde los cielos habló una palabra, y como lo hizo ayer, reprendió  el viento, el mar y las olas que el diablo había levantado para destruirla, y como ustedes oyeron, ella fue librada.

     Oh mi hermano¸ no tengas temor de ninguna tempestad que vayas a atravesar este año: una mala noticia, un reporte médico negativo, una situación que afecte tu salud, tu hogar, tu familia, tu trabajo, etc.  Esa ola de problema que venga no te va a acabar, no te va a hundir, no te va a destruir.   Enfréntalo con fe y di como está escrito en Salmos 118:17 “No moriré, sino que viviré,  y contaré las obras de Jehová”. Oh mi hermano, servimos al Cristo que caminó sobre las aguas y que domina el viento, las olas y la tempestad. Confiemos en él cada día de este nuevo año y recordando siempre que él dijo en Lucas 12:40: “Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá”.