“Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas...” Fueron palabras proféticas de Nuestro Señor Jesucristo, según leímos en Lucas 21:25. La pregunta es ¿cuándo se cumplirán? La respuesta él la dio en Mateo 24:29 diciendo que sería “...inmediatamente después de la tribulación de aquellos días”, es decir, ya casi al final de esos siete años de juicio sobre un mundo incrédulo al Evangelio. “Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas...” Es interesante mis amables oyentes que aún no ha empezado el periodo de la tribulación, y ni siquiera el rapto de la iglesia que lo precederá ha ocurrido todavía, y ya estamos viendo algunas de estas señales cosmológicas.
El 3 de diciembre del 2017 ocurrió la primera de una trilogía de tres súper lunas, fenómeno en el cual la luna se acerca tanto a la tierra que se ve un 14% más grande y 33% más brillante. Y las próximas dos súper lunas ocurrirán una el 1 de enero del 2018 y la tercera ocurrirá el 31 de enero de ese mismo año, con la particularidad de que esa súper luna tendrá un aspecto azul y coincidirá con un eclipse lunar total.
Sumado a esta maravilla, la NASA, a través de Google, anunció el 14 de diciembre pasado el descubrimiento de un octavo planeta en un sistema solar lejano a 2,545 años luz de distancia. La estrella en mención se ha denominado Kepler-90; gira a su alrededor ocho planetas, como sucede con nuestro sistema solar, y tiene un tercer planeta parecido al de nuestra tierra en una tercera órbita casi similar a la nuestra. Oh, cuán maravilloso fue este hallazgo en la estrella Kepler-90. Cristo dijo: “...habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas,...”
Las estrellas aparecen en la Biblia como una señal de la Segunda Venida de Cristo, y una estrella señaló su primera venida a este planeta hace 2,000 años. En Mateo 2:1-2 leemos: “Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. ”
Por magos de oriente aquí debemos entender sabios, estudiosos de varias ciencias, entre ellas la astronomía. Estos sabios provenían muy probablemente de Babilonia y surgen dos preguntas: #1) ¿cómo entendieron que la estrella que vieron, y que los guiaba, tenía relación con Jesús, el rey de los judíos que había nacido? Bueno, por revelación escritural. Recordemos que unos 500 años antes el sabio Daniel y sus compañeros de la cautividad estaban en Babilonia, y estos magos o sabios probablemente al leer los escritos de Daniel sobre la profecía de las 70 semanas, entendieron que la muerte del Mesías profetizada allí estaba también ligada a la ciudad de Jerusalén que también se menciona allí como ciudad santa. Por eso, al llegar a Israel, no fueron a ninguna otra ciudad, sino que fueron derechito a la ciudad de Jerusalén, porque si un rey había nacido, según la revelación que habían recibido, en segundo lugar por sueño también, muy probablemente, entonces ese rey por lógica debía estar en la capital de Israel que era Jerusalén, aunque estaba ocupada por los romanos. Los reyes siempre están en la capital de su reino; como también sucede hoy día, la sede de un gobierno siempre está en su capital; nadie discute eso.
Sin embargo, fíjese todo el revuelo que se formó después que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció al mundo que reconocía a Jerusalén como la capital de Israel. Trump hizo lo que otros presidentes dijeron que iban a hacer, pero que nunca tuvieron el valor de hacerlo. ¡Bendito sea el Señor que dirige los hilos de la historia para el cumplimiento de las profecías del tiempo del fin y que tienen que ver con Jerusalén! Tras la decisión de Washington de reconocer a Jerusalén como la capital, medio mundo protestó; los palestinos protestaron con violencia en las calles; pero escuche las palabras del primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu cuando incidentalmente visitaba la sede de la Unión Europea en Bruselas. Él declaró: “en qué otro lugar se podría hallar la capital de Israel, sino en Jerusalén? ¿Dónde se encuentra el Knéset o nuestro parlamento? ¿Dónde se encuentra nuestra Corte Suprema y el asiento del gobierno o la oficina del primer ministro y del presidente? No está en Beerseba, y tampoco en Asdod que son buenas ciudades. Es Jerusalén, que siempre ha sido nuestra capital. ” Netanyahu subrayó que Jerusalén nunca fue la capital de otro pueblo.
Amigos oyentes, aunque se enoje el diablo y se enoje medio mundo engañado por ese espíritu antisemita, conforme a la Biblia, la Palabra de Dios, Jerusalén siempre ha sido, es y será la capital de Israel. Jerusalén está ligada a la historia de nuestra salvación y la redención del mundo como también su juicio: allí Cristo dio su vida sobre aquella cruz en el Monte Calvario para salvarnos de nuestros pecados. En Jerusalén se derramó el Espíritu Santo sobre la iglesia naciente en el día de Pentecostés. En Jerusalén, después del rapto de la iglesia, el anticristo pondrá la abominación desoladora en un próximo templo, de acuerdo a Mateo 24:15 para demandar la blasfema adoración de la humanidad; y a Jerusalén se dirigirá Jesucristo el Rey de gloria cuando descienda para reinar, convirtiéndola en la capital de su gobierno milenial. En Zacarías 14:4 leemos: “Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente;... ”
Oh mis amados hermanos, mientras mayor sea la controversia mundial sobre Jerusalén, más cerca está la venida del Rey de los judíos y nuestro Rey también, Jesús de Nazaret. Oh, miremos con gozo y expectativa hacia adelante, porque Cristo pronto viene; Cristo pronto viene. Él vive; Él resucitó; Él murió en Jerusalén, pero no nació en Jerusalén, como los magos o sabios de oriente suponían. En Mateo 2:3-6 leemos: “Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, que apacentará[a] a mi pueblo Israel.”
Allí lo tiene usted amable oyente; de acuerdo al profeta Miqueas 5:2, el Salvador y Mesías Cristo nacería en Belén. Hacia esta pequeña ciudad la estrella guió a los magos de oriente después que estos se despidieron de Herodes para buscar al niño. Volviendo a Mateo 2 en los versos 9-11 leemos: “Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron;... ”
Observe amable oyente que los magos o sabios de oriente, llegaron no al pesebre sino a una casa donde estaban María, José y el niño. Cuando Herodes averiguó el tiempo de la aparición de la estrella, se enteró que habían pasado dos años. De manera que los sabios llegaron dos años después que el niño Jesús había sido colocado en el pesebre. En ese momento ¿quiénes fueron los que llegaron para ver al niño? Respuesta: los pastores de Belén, a quienes un ángel del cielo les anunció que en la ciudad de David, Belén, había nacido un Salvador que es Cristo el Señor.
La pregunta es ¿por qué este relato de los ángeles y los pastores según Lucas 2, es decir, este anuncio no se dio a los escribas y fariseos que sabían que de acuerdo al profeta Miqueas, el Mesías Cristo, nacería en Belén? ¿Por qué el ángel apareció a los pastores de Belén y no a los estudiosos de la ley escribas y fariseos en Jerusalén? Bueno, el Señor más adelante lo dijo que habría primeros que serían postreros, y postreros que serían primeros.
Mire amigo, los primeros con el conocimiento teológico, eran los escribas y fariseos; ellos tenían mucha teología en la cabeza, pero a su vez tenían un corazón frío, tan frío, que a pesar de toda su teología rechazaron al Mesías cuando lo vieron y lo oyeron. Pero estos pastores de Belén no tenían mucha teología en la cabeza, pero si un corazón dispuesto para Dios, para creerle a Dios. Por eso estos pastores que eran postreros, llegaron a ser los primeros a quienes el ángel les anunció sobre el nacimiento del niño.
Amigo oyente, ¿cómo está usted? ¿Conoces de Cristo con tu cabeza, por lo que has leído en la Biblia y celebrarás la Navidad intelectualmente, tradicionalmente con festejos mundanos, o la celebrarás con un corazón realmente rendido y enfocado a Cristo que es el centro y la razón de ser de la Navidad?
Ahora observe los regalos que los sabios de oriente le ofrecieron a Jesús el niño de Belén. En la segunda parte del versículo 11 de Mateo 2 leemos: “y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.” Oh, qué regalos más significativos; de carácter tipológico fueron estos tres regalos. Número uno: el oro en la Biblia y en todos los muebles del Tabernáculo, era tipo de la deidad del Señor Jesucristo. El niño de Belén era Dios en un cuerpo humano, ciento por ciento Dios y ciento por ciento hombre. Oh, gloria sea a su Nombre. Número dos: la mirra en la Biblia es asociada con el sufrimiento y apuntaba hacia los sufrimientos de Cristo más adelante en la cruz para salvarnos. De hecho, cuando Nicodemo bajó el cuerpo muerto de Jesús de acuerdo al evangelio de Juan 19:39, untó su cuerpo en un compuesto de mirra y de áloes. Número tres: los sabios le regalaron incienso. En la Biblia el incienso es tipológico de la oración y apuntaba a Cristo como nuestro gran Sumo Sacerdote que día y noche intercede por ti y por mí mi hermano, para que nuestra fe no falte y para que seamos fortalecidos y capacitados para vencer en las pruebas y tentaciones y ser fieles hasta el fin.
Qué regalos más estupendos le entregaron estos sabios de oriente a la esperanza de la humanidad, a ese niño bendito acostado en un pesebre. La pregunta mi amigo que me escuchas es ¿cuál será tu regalo para Jesús en esta Navidad?, porque a decir verdad se celebrará el cumpleaños número 2017 desde que el Señor Dios se hizo hombre y nació; supuestamente la gente celebra su cumpleaños y al cumpleañero ¿qué le darán?
Usted amable oyente posiblemente tendrá un arbolito navideño hermosamente decorado y debajo habrá regalos. Uno posiblemente es para su esposa, otros serán para sus hijos. A lo mejor uno de esos paquetes es para usted y usted no sabe, y será la sorpresa del día de Nochebuena cuando se abran. Posiblemente usted enviará una tarjeta de Navidad con un dinero en efectivo, con un regalo para alguien; o usted recibirá una tarjeta con un regalo de parte de un familiar, de un amigo. Pero la pregunta es ¿cuál será tu regalo para Jesús, quien es el que realmente cumple años?
Tú puedes darle un regalo muy importante en esta Navidad como veremos en un instante, pero a decir verdad, la Navidad más que dar un regalo es recibir un regalo, el más importante regalo de parte de Dios, que es la salvación del alma. Escucha lo que Romanos 6:23 nos dice: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” ¿Oyó usted eso? La paga del pecado es muerte, condenación, una eternidad separada de Dios en el infierno, etc., pero la dádiva, es decir, el regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Ese es el regalo. La pregunta es ¿qué hará usted con este regalo? Cuando a ti te regalan algo, tú no lo piensas dos veces. Con alegría lo recibes ¿verdad?, y así es Cristo y su regalo de vida eterna. Solo tienes que recibirlo; ¿recibirlo dónde? En tu corazón. ¿Qué lugar?, tu corazón. Nuestro corazón pobre y arruinado por el pecado, es donde Cristo quiere entrar.
¿Dónde nació el Mesías Cristo? Respuesta: en la ciudad más insignificante. No Jerusalén, sino Belén. ¿Y en dónde fue colocado su cuerpecito? No en una cuna de oro, sino en el lugar más insignificante, un pesebre maloliente, donde antes había comido animales en ese establo. Y así es nuestro corazón cuando llega a Cristo, maloliente por el pecado, que cuando lo recibimos cuando él entra, lo limpia con su sangre y luego lo perfuma con su Espíritu Santo. ¿No querrás tú recibir a Cristo más allá de la religión y tradición pagana en tu corazón como tu Salvador personal? De esta decisión dependerá dónde tú pasarás la eternidad. Tú destino eterno depende de lo que hagas con Jesús ahora, críticamente importante. ¿Por qué allí donde estás, si puedes, cierra tus ojos y repite esta sencilla oración?: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y creo oh Jesús que tú moriste por mí como Dios hecho carne en esa cruz para cubrir mis pecados. Oh Jesús, creo que resucitaste de entre los muertos para vencer al que tenía el poder sobre la muerte; y te pido ahora Señor Jesús, que tú seas mi Salvador, mi Señor y mi Dios. Gracias, oh Jesús, por morir por mí, y yo te ruego ahora que me ayudes a vivir para ti, para que pueda ser un discípulo fiel a ti todos mis días que viva en esta tierra hasta que tú me llames a tu presencia, o hasta que tú vengas por tu pueblo en el rapto de la iglesia. Amén y amén.”
Oh amigo, si usted hizo esta oración de todo corazón, ¡felicitaciones!, porque usted ha recibido el más grande regalo que se puede recibir: la vida eterna en Cristo Jesús; una nueva vida, la nueva vida de Jesús; una nueva vida que impartirá gozo y paz a tu corazón; una nueva vida que bendecirá tu hogar, que bendecirá tu familia; una nueva vida que bendecirá tu salud, que bendecirá tu trabajo; una nueva vida que te ha dado ya fe y la esperanza de algún día estarás con Jesucristo el Rey por toda la eternidad en el cielo por los siglos de los siglos, así sea.
Síguele con amor y con alegría y sírvele con expectativa cada día, recordando que él dijo en Lucas 12:40 nos exhorta diciendo: “Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá.”