DANDO GRACIAS EN TODO HASTA EL DÍA QUE LO VEAMOS CARA A CARA

Y una vez más se celebró en los Estados Unidos de América el tradicional Thanksgiving o Día de Acción de Gracias, que remonta sus orígenes a los primeros colonos procedentes de Inglaterra y que llegaron a Norteamérica, los cuales agradecidos a Dios por la primera cosecha de la tierra, pensaron en un día especial para darle gracias.

     Desde el primer gobernador de la colonia de peregrinos en Plymouth, Massachuttes en el año 1,623, y luego con el primer presidente George Washington que hizo la proclama, seguido de Abraham Lincoln con su declaración al Congreso,  para finalmente en 1,941 declararse oficialmente el cuarto jueves del mes de noviembre como día oficial de Acción de Gracias a Dios, al Dios Todopoderoso y con reverencia por sus bendiciones sobre esa tierra.

     Esto amables oyentes no solo es justo,  porque él es digno, sino necesario para que no olvidemos quién es la fuente de todas nuestras bendiciones.  ¿Quién hizo el sol que nos da su luz y su calor para hacer posible la vida sobre el planeta tierra?  ¿Quién hizo las nubes, y quién manda la lluvia que hace producir la tierra y da sustento tanto al hombre como a la bestia?    En verdad, como dice la Escritura en Salmos 104:24 !Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría; La tierra está llena de tus beneficios!”  Y en Salmos 68:19 leemos: “Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios El Dios de nuestra salvación.

     Y uno de esos beneficios es comer, ¿y a quién no le gusta comer?   ¿Y cómo no hemos de dar gracias por esta tremenda dádiva del Creador?  Piense esto por un momento: ¿quién hizo esas estructuras blancas tan duras, como la porcelana, y que se formaron con sabiduría a partir de unas células blandas cuando el feto, en el vientre de la madre, tenía apenas unos cuatro meses?  ¿Quién creó esas millones de células olfativas que nos permiten captar más de mil olores diferentes, o esas células en las papilas gustativas de la lengua por millones y que nos permiten decir en su conjunto ¡qué rico huele, y qué deliciosa es esta comida!

     ¡Oh, bienaventurados aquellos que en este día de Acción de Gracias antes de comer el tradicional pavo, dirán:  “gracias Señor, porque tú eres la fuente de esta bendición y del privilegio de poder comer.”  Lamentablemente, millones no harán esto, y se cumplirá lo que está escrito en Romanos 1:21  donde leemos: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.

     Para muchos, el Día de Acción de Gracias será más bien un día para el entretenimiento en múltiples actividades mundanas en donde harán de todo menos darle gracias a Dios.  La ingratitud es un grave pecado, y es una de las características de los hombres y es una de las señales predichas en la Palabra Profética que describe el carácter de los hombres en estos últimos días próximos al pronto retorno de Nuestro Señor Jesucristo.  

     El apóstol Pablo por revelación del Espíritu le escribió a Timoteo en su segunda carta capítulo 3:1-2 diciendo: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos.  Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,…”  Subraye amable oyente esta penúltima característica: ingratos.

      La ingratitud tiene como raíz el pecado del orgullo; esa jactancia vana que no le da gracias a Dios y que dice “yo no necesito a Dios, ¿para qué, si yo puedo valerme por mí mismo?; yo soy autosuficiente.” ¿Autosuficiente?  Mi amigo, nadie es autosuficiente, todos necesitamos de alguien: del mecánico cuando se nos daña el automóvil; del médico cuando nos enfermamos; y de Dios para todas las cosas.  ¿Quién hizo el aire, el oxígeno y el nitrógeno que respiras?  ¿Quién hizo el H2O, el agua que tú tomas; las frutas y vegetales y carne que tú comes; la sangre que corre por tus venas; tu maravilloso cerebro con sus millones de neuronas?   ¿Quién te dio una mente lógica y con inteligencia?  ¿Quién te dio ese aliento de vida que hace que puedas respirar, andar y realizar múltiples actividades durante el día?  Sin ese aliento tú no podrías hacer nada, ni estarías entre los vivos sobre esta tierra.

     Si lees Génesis capítulo 2 verás que después que Jehová Elohim, el Dios Creador, formó al primer hombre del polvo de la tierra, éste no era más que un muñeco de barro con forma, pero sin vida, hasta que Jehová Dios sopló en él aliento de vida, y entonces fue un alma viviente.   Y cuántas gracias debes darle a Dios tú amigo oyente, porque eres un alma viviente en la cual Dios sopló su aliento de vida el día que naciste.   Sin ese aliento tú no podrías ni estudiar, ni sentarte frente a una computadora, ni viajar, ni hacer nada; sin ese aliento tú serías nada más ni nada menos que un muñeco de barro, frío, rígido, como los que están en una morgue o en un féretro, listo para descender dos metros y medio bajo tierra.

     Oh mi amigo, si no lo has hecho, es hora de que honres a Dios, tú Creador, y le des gracias por el aliento, por el soplo de vida que él te dio y que te mantiene con vida natural y que le rindas tu vida al Cristo de la gloria que dio su vida por ti pagando la deuda de tus pecados para salvar tu alma de condenación eterna  y para salvar tu alma dándote vida eterna y aliento de vida a tu espíritu por el Espíritu Santo.   Entonces  podrás darle gracias a Dios, no solo porque te creó, sino además porque te redimió en Cristo Jesús; y esto lo harás no solo el Día de Acción de Gracias, sino que habrá en tu corazón una gratitud continua todos los días hasta que Cristo venga por su iglesia.

     Para nosotros los creyentes regenerados y nacidos de nuevo por el Espíritu de Dios la acción de gracias, más que un día, es un estilo de vida cada día.  En Salmos 100:4 se nos exhorta diciendo: “Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza;…”   En esto de dar gracias nuestro mejor ejemplo es Nuestro Señor Jesucristo para que sigamos sus pisadas.   Cuando dio de comer milagrosamente a 4,000 hombres, sin contar mujeres y niños, en Mateo 15:36 leemos que “Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud.”   Y ante la tumba de Lázaro, antes de resucitarle, su más grande milagro, después que quitaron la piedra, leemos en Juan capítulo 11:41-42  que: “...Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído.  Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.

     Y yo, siguiendo el ejemplo de nuestro Maestro y redentor divino, quiero también dar gracias, gracias por muchas cosas.   Jesús dijo en Lucas 10:20 “Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.

    “Padre, te doy gracias porque en 1973 tuviste misericordia de mí, y me salvaste, y me convertiste a ti, mediante tu glorioso evangelio, escribiendo así mi nombre en el Libro de la Vida.  Padre gracias, porque seis años después me diste el privilegio, en 1979 de casarme con mi amada esposa, la hermana Diana; gracias por mi ayuda idónea.   Gracias porque nos has prestado dos hijas Karen y Karina.   Padre gracias por nuestro primer nieto Nathan, hijo de Karen.  Gracias por los familiares, que han sido de gran bendición.   Gracias por mi pastor, Ricardo Girón y los consiervos en Cristo, compañeros de batalla en el ministerio, que han sido de inspiración a mi vida.  Gracias Padre por la familia de la fe; por las iglesias donde he ministrado.   Gracias Padre por estos 42 años de ministerio profético radial.   Padre,  gracias por los oyentes  que han recibido bendición,  cuya fe se ha fortalecido santificándose para tu venida;  gracias por aquellos que han sentido la carga de apoyarnos con sus oraciones y con sus ofrendas para que sigamos predicando este urgente mensaje.  Padre gracias, gracias, muchas gracias.

     Mis queridos hermanos, yo sé que entre ustedes hay muchos que también pueden darle gracias a Dios por muchas cosas.  Algunos de ustedes jóvenes le dan gracias a Dios por la oportunidad de estudiar por ese diploma que consiguió; por esa novia o novio, esposo o esposa, por quienes estuvieron orando; por ese bebé que llegó al seno del hogar; por esa casa nueva; por ese automóvil nuevo; por ese empleo; por ese aumento de salario, etc., etc.  ¡Aleluya Padre, gracias por todas esas bendiciones a nuestros oyentes.

     Sin embargo, hermano mío, la vida no es siempre color de rosas.   Toda rosa por más hermosa que sea, también tiene sus espinas.   Espinas a veces muy dolorosas.  Alguno de ustedes han perdido un empleo, otros un ser querido y algunos hasta su salud.  Una hermana de nuestra congregación, líder de jóvenes, un buen día comenzó a sentir dolores en su cabeza; fue al médico y un centelleo en pantalla mostraba una sombra en su cerebro.   Una tumoración, una mancha negra que iba en crecimiento.   Algunas veces se desmayó y sentía fuertes dolores en los ojos conforme el crecimiento de esas células cancerosas avanzaba en su cerebro.

     Fue a la iglesia, pidió a los hermanos que oraran por ella.   Y como al mes, tras sentir alivio, regresó al médico; le hicieron nuevos exámenes y asombrados los doctores dijeron:   no sabemos cómo pasó esto, pero en su cerebro no hay sombra de nada, el tumor que había allí desapareció por completo.   Su respuesta a los médicos fue: eso lo hizo Dios; oraron por mí y Cristo me sanó.

     Otro hermano de nuestra congregación, a quien el Señor libró de morir en un accidente, cuando su automóvil se volcó y cayó en un pequeño barranco.   Un hombre entre comillas lo ayudó a salir del vehículo y después nunca más apareció; era un ángel obviamente.   Meses después de este hecho tan tremendo, este hermano contrajo leucemia, se sometió a la quimioterapia; bajó de peso, perdió casi todo el cabello.  Los hermanos de la iglesia oraron por él, y al cabo del tiempo, el hermano salió bien; se recuperó.  El número de sus plaquetas ya era normal y dio el testimonio en la iglesia para honra y gloria del Señor.  ¡Oh, Padre gracias por estos milagros; oh Cristo tú vives y todavía sanas hoy.   

    Oh hermano, qué maravilloso es el Señor.    No obstante, como les dije, las rosas de bendición también tienen espinas, y no siempre las cosas evolucionan como uno quisiera.  Otro hermano, junto con su esposa esperaba un bebé; hicieron los preparativos para ese ansiado nacimiento.   Se hizo un baby shower, y hasta ya habían comprado la cuna y la ropita para la bebita que iba a nacer.  Y cuál no fue la sorpresa el día del parto: después de nueve meses de expectativa, la criatura nació muerta.   Ustedes pueden imaginarse ya el dolor de esta pareja, y sobre todo de la madre que la cargó en su vientre.   Y ambos creían en Dios y confiaban en Dios.   ¿Cómo entender eso?

     Pregunto ¿hay que darle gracias a Dios por esto?  ¿Qué nos dicen las Sagradas Escrituras?  La Biblia nos dice en 1 Tesalonicenses 5:18 “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”  Si usted escuchó bien,  este texto no dice “dad gracias por todo”.   Hay cosas negativas y malas por las que uno precisamente no le va a dar gracias a Dios, por ejemplo porque usted se fracturó una pierna, o porque quedó inválido en una silla de ruedas, o por una enfermedad que lo mandó de vacaciones al hospital por cinco semanas.   Uno no da gracias a Dios por estas cosas, pero sí debemos dar gracias a Dios en todas estas cosas, es decir, en toda situación o circunstancia, como ya leímos, porque esta es la voluntad de Dios para con nosotros en Cristo Jesús.

     Hay lo que los teólogos llaman la voluntad permisiva en donde Dios permite cosas que a veces no entendemos, pero por encima de la voluntad permisiva, está su voluntad que siempre es buena, agradable y perfecta en Cristo Jesús.   Cristo es su nombre divino, y Jesús es su nombre humano.  El no solo es Dios que sabe todas las cosas, sino también hombre quien como humano, según Hebreos  2:18 padeció y nos entiende y que por tanto es poderoso para socorrernos cuando somos tentados o probados.

     Cuando damos gracias a Dios en todo, estamos reconociendo que no importa lo que suceda, él es soberano, y aunque las cosas se salgan de nuestro control, Dios siempre tiene el control y que en Cristo Jesús siempre hay un propósito; por eso siempre hay que darle gracias.

     Después de todas las calamidades que Job sufrió como ustedes saben, él exclamó en Job 1:21 “y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. ”;  y el verso 22 añade:    En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.  

    Oiga esto mi hermano:   Job no sabía que detrás de su ruina material, familiar y física, estaba Satanás, pero bendijo a Dios en la confianza de que algún propósito tendría Dios, aunque claro en su dolor flaqueó después y cuestionó.   Sin embargo, bendijo  a Dios  y su historia terminó doblemente bendecido, prosperado y en victoria.   ¡Oh, mi hermano bendice y da gracias a Dios cuando él da, y bendice y da gracias a Dios cuando él quita, pues tú no sabes qué bendición más grande más adelante él tiene para ti; y lo que estás pasando ahora es una preparación para algo grande que viene! Cree que en todo mi hermano Dios tiene un propósito.  

     A alguno de ustedes ese propósito se hará claro y evidente en los próximos días, semanas, meses o pocos años.   Otros tendremos que esperar hasta que lleguemos al cielo para que entonces el Señor nos revele aquello que desde nuestro punto de vista ahora no tiene sentido y que es un misterio.   La Biblia nos dice en 1 Corintios 13:12: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.”  En 1 Juan 3:2 la Biblia nos dice: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.

    ¿Puede usted mi amado hermano imaginarse aquel momento, después del rapto de la iglesia, cuando subiremos a las nubes, para encontrarnos con Cristo, y ser llevados a la casa del Padre para estar para siempre con él?  ¡Imagínese  lo que será tener cuerpos glorificados, a la semejanza de él y viéndole cara a cara, tal como él es!  Oh, mi corazón se sobrecoge de gozo con solo pensar y anticipar esto.  En ese momento entenderemos el misterio de la oración no contestada desde nuestro punto de vista; porque a decir verdad, ¡Dios contesta todas nuestras oraciones de tres maneras!: algunas veces dice sí; otras veces dice, todavía no; y otras veces contesta, y sencillamente dice no.

     Y estoy más que seguro que cuando veamos al Señor cara a cara le preguntaremos al Señor Jesús porque eso bueno que te pedí no me diste, y me dijiste no, y la respuesta del Señor será: te dije no, porque tenía algo mejor para ti; te dije no, para darte una bendición más grande en otras áreas de tu vida.  Mi silencio, fue un silencio de amor.   Callé de amor y te dije no, porque yo veía un peligro que tú no veías; un mal que tú no veías, pero que yo sí veía  y lo evité.  Te dije no, para proteger tu corazón del orgullo y de la autosuficiencia y para que dependieras más de mí.   Nunca te quité el aguijón, para que probaras más de mi gracia suficiente, y para que mi poder se mostrara más en tu debilidad.   Todo lo que permití fue para llevarte a otro nivel superior de fe y de mayor profundidad en tu conocimiento y en tu experiencia conmigo.

     Oh mis queridos hermanos, cuán consoladoras serán las palabras que saldrán de sus labios aquel día en que le veamos cara a cara, palabras que sin duda enjugarán todo lágrima de nuestros ojos.   Cuando veamos su rostro radiante de hermosura, más que la de los hijos de los hombres, hermoso como ninguno.   Cuando miremos sus ojos llenos de amor, esa mirada dulce y tierna del Salvador y las marcas de los clavos en sus manos y en sus pies, que por amor a nosotros sufrió en esa cruenta cruz, sin duda, caeremos postrados ante sus pies, en reverente adoración y le daremos gracias, gracias, muchas gracias, aquel día porque veremos más claramente cómo nuestra cruz aquí fue la preparación para una mayor corona de gloria allá.

     Oh, mis hermanos, demos gracias en todo, y más aún ahora, porque Cristo viene ya.  La iglesia del Señor va a ser arrebatada en cualquier momento, repito, la iglesia del Señor va a ser arrebatada en cualquier momento; ya todas las señales están cumplidas.   Israel, el reloj profético de Dios, así como las naciones gentiles, todas ya ocupan su lugar en el rompecabezas de la profecía bíblica a la espera del arrebatamiento de los verdaderos creyentes en Cristo Jesús y la tribulación terrible de juicio sobre los impíos que habrá después.   Oh, Cristo pronto viene.   No lo dudes ni un instante.  La Biblia nos dice en Hebreos 10:37 “Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará.

     Oh mis amados, mientras él viene, vivamos en santidad, ocupados en la obra de Dios, en ganar almas para Cristo y dando gracias en todo, pues como ya vimos, en 1 Tesalonicenses 5:18 “porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”     

  Lucas 12:40 exhorta diciendo: “Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá.