El 20 de enero del año 2017, en una histórica ceremonia, tomó posesión de su cargo el presidente número 45 de los Estados Unidos, el controversial Donald Trump. La tónica distintiva de su discurso inaugural fue poner a Estados Unidos de primero en toda decisión político-económica internacional, leamos lo que él manifestó: “…de este día en más, una nueva visión gobernará a nuestra tierra. De hoy en más, pondremos a Estados Unidos de primero. Cada decisión sobre comercio, impuestos, inmigración, asuntos internacionales, se tomará para beneficiar a los trabajadores y a las familias estadounidenses. Debemos proteger nuestras fronteras de los ataques de otros países, que hacen nuestros productos, roban nuestras empresas y destruyen nuestros trabajos. La protección llevará a gran fortaleza. Yo voy a luchar por ustedes hasta mi último aliento, y nunca los voy a defraudar...”.
Como parte del binomio presidencial de la Casa Blanca estaba el vicepresidente Mike Pence, un cristiano comprobado, quien además ejerció un ministerio pastoral en el pasado. Me llamó mucho la atención el hecho de que en su discurso Trump citara Salmos 133:1 que dice: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!”; y además habló de la importancia de que la nación esté bajo la protección divina: “...la Biblia nos dice qué maravilloso es cuando el pueblo de Dios está unido. Debemos hablar abiertamente; debatir honestamente nuestras diferencias; pero siempre buscar la solidaridad. Cuando Estados Unidos está unido, Estados Unidos es totalmente indetenible. No debe haber temor. Estamos protegidos y siempre estaremos protegidos; protegidos por los grandes hombres y mujeres de nuestras fuerzas armadas y nuestras autoridades, y muy especialmente vamos a estar protegidos por Dios...”. Por último, prometió poner todo su empeño para que su visión de una Norteamérica grande traiga prosperidad a todos los ciudadanos estadounidenses sin excepción.
Todos los presentes aplaudieron; pero mucha gente, tanto dentro como fuera del país, no estaban muy contentos que digamos. Mil doscientos buses llegaron a Washington el día siguiente con miles de manifestantes que se sumaron a los que llegaron por avión para protestar contra Donald Trump. En Europa hubo protestas, por ejemplo en España. Leamos las declaraciones de un manifestante: “La incertidumbre que teníamos antes de su envestidura sigue, y va aumentando porque ahora con su política de America First o América Primero, no sabemos lo qué va a pasar; cómo va a implementar ese proteccionismo, ese racismo, en contra de todos los otros países del mundo y tenemos que seguir resistiendo”.
Hubo también protestas en Sidney, Australia; en Praga, Checoeslovaquia y hasta en Suramérica, particularmente en Argentina. Leamos el testimonio de otra manifestante: “Estoy aquí hoy porque creo que los derechos de las mujeres van a ir para atrás... y hay muchos otros temas como la misogenia en general, la xenofobia, y también los temas racistas y el antihomosexual, lesbiano, trans, bisexual, etc., que son todos los temas que son muy importantes para los Estados Unidos en lo cual hemos avanzado mucho en los últimos años; y todo eso se va para atrás ahora. Y estamos aquí para reclamar eso y para exigir que Trump siga un camino para los Estados Unidos que sea inclusivo y realmente para todos. O sea, hemos visto en las últimas 24 horas que se borró las páginas en la Casa Blanca de lo que son los derechos para los homosexuales, los derechos civiles para todas las razas y también los temas medio ambientales. Esos son los primeros grandes temas que tendríamos que preocuparnos, me parece”. Una ciudadana americana, incluso llegó a decir que Donald Trump no era su presidente porque no representaba sus ideas.
Este descontento se entiende en el marco de esa facultad que nos ha dado el Creador y que los teólogos llaman libre albedrío, es decir, esa facultad que tiene el hombre para pensar como quiera, creer como quiera, vivir como quiera y aun de rebelarse contra alguien o algo, sea bueno o sea malo.
Yo pregunto ¿si en el corazón de aquellos que protestaban no había algo de rebelión contra el mismo Creador?, porque a decir verdad, la mayoría de aquellos que salieron a las calles estaban a favor de causas que son contrarias a la Palabra de Dios y contrarias a las palabras del mismo Señor Jesús. Supongamos que Jesús viniera hoy en forma mansa y humilde, como vino la primera vez, para establecer su reino ahora, y que en el podio de las Naciones Unidas o desde el Vaticano les dijera a todos aquellos que protestaron en el mundo lo que él dijo en Lucas 13:3: “…antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”.
Ante estas palabras, ¿cómo creen ustedes que se sentirían todos esos proabortistas, LGTB (lesbianas, gays, transexuales, y bisexuales), que salieron a protestar si Jesús citara Génesis 19?, recordando que los perversos homosexuales de Sodoma intentaron forzar la puerta de la casa de Lot, quien había hospedado a dos ángeles con apariencia masculina, y los sodomitas le pedían a Lot que los sacara para tener relaciones sexuales con ellos. O si Cristo a través de los medios masivos recordara al mundo entero lo que está escrito en 2 de Pedro 2:6: “y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente”.
Si Cristo recalcara otra vez “…antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.”, ¿cómo reaccionaría la gente? Sin lugar a dudas, miles y miles saldrían a protestar en su contra; por eso, cuando él vuelva no volverá como un manso cordero para dialogar y negociar con los que no estén de acuerdo con las leyes de su reino, sino volverá más bien como el feroz león de la tribu de Judá sin pedirle permiso a nadie para imponer a la fuerza su gobierno de amor y de justicia, después de los terribles juicios apocalípticos.
Esta humanidad incrédula debiera prestar atención a las palabras de Salmos 2:1-3, 9,12 que dicen: “¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas. Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; pues se inflama de pronto su ira”.
Si Cristo viniera de nuevo como la primera vez, no nos cabe la menor duda de que le crucificarían de nuevo si pudieran. La triste realidad es que la mayor parte de la humanidad está en contra de Jesús. ¿Por qué? En Juan 7:7 Jesús nos dice: “No puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas”.
El problema con la gente hoy día es que no quieren que nadie les diga que lo que están haciendo es malo ante los ojos de Dios, por eso el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo no es popular entre muchos círculos políticos religiosos apóstatas que rechazan el plan de Dios para la familia, y ahora defienden la ideología de género. Pero la Palabra de Dios es tan clara como el agua de la tinaja. En Juan 8:34Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado”.
El asunto es que la gente ya no llama pecado a lo que es pecado. El aborto se ha legalizado en muchos países y ya no es un crimen. Prohibirlo sería violar los derechos humanos de la mujer a escoger; pero el derecho de nacer de ese niño, el derecho a la vida, ahora resulta que eso es malo y matar niños en el vientre ya no es pecado. Ahora, lo llaman “preferencia sexual”. El que una mujer se enamore de una mujer, o que un hombre se case con otro hombre, ya no es pecado. ¡Qué ironía! Cuando usted compra un electrodoméstico o una computadora, usted sigue las instrucciones del fabricante para que el equipo trabaje bien. Sin embargo, el hombre quiere funcionar bien ignorando las instrucciones de su fabricante, Dios creador, y que dejó plasmadas en la Biblia.
Amigo lector, este es el manual del que lo fabricó, del que lo hizo a usted, la Biblia, que contiene la única verdad absoluta acerca de lo bueno y lo malo y usted solo tiene dos opciones: o aceptarla, o rechazarla. Si la acepta, y le rinde su vida a Cristo, entonces se cumplirá en usted sus palabras en Mateo 25:34, y Cristo te dirá aquel día “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”. Pero si usted rechaza esa Palabra y al Salvador que lo ama, entonces lamentablemente se cumplirá en usted lo que Cristo agregó en Mateo 25:41 donde dirá a todos los incrédulos: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”.
Mas esa no es la voluntad de Dios para usted mi querido amigo. Por eso Jesús fue a la cruz, que fue la máxima expresión de su amor por la humanidad. Romanos 5:8 nos dice: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Y Juan 3:17 nos dice: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.”; y Jesús dijo en Lucas 19:10: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”.
Mi amigo querido, para salvar tu alma perdida, Jesús pagó el alto precio de dejar su gloria eterna en el cielo y dejarse desfigurar y crucificar para llevar nuestros pecados y sufrir así el castigo que nosotros merecíamos; un castigo equivalente al mismo tormento eterno del infierno, aunque usted no lo crea. Y a pesar de eso, no se bajó de la cruz, sino que se quedó allí y padeció hasta morir totalmente desamparado por amor a ti.
Era la única forma de poder derramar su sangre pura y preciosa que nos limpiaría de toda maldad, y salvaría nuestra alma ahora y por la eternidad. Él resucito, Él vive y pronto volverá, y es importante e imprescindible que tú aproveches la oportunidad que Él te da hoy de escuchar este mensaje, te arrepientas, creas en Jesús y lo aceptes como tu salvador personal y Señor, si aún no lo has hecho, para que tu alma eterna se salve. Cuando lo hagas, experimentarás los milagros más grandes, es decir, la transformación de tu vida mediante el poder del Evangelio.
En 1 Corintios 6 el apóstol Pablo menciona una lista de cosas que eran los cristianos de Corinto antes de su conversión: estafadores, ladrones, borrachos, adúlteros, fornicarios, mentirosos, afeminados, etc.; mas note lo que dice el verso 11: “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios”.
La verdadera iglesia del Señor es inclusiva, es decir, que incluye a todos sin importar lo que fueron en el pasado, y que están dispuestos a dejarse cambiar por el poder de Dios. ¡Hay poder en Jesús! No obstante, tristemente estamos viendo cómo hay iglesias falsas que quieren incluir a todo el mundo, sin que la gente se arrepienta. Incluso, han introducido una versión pervertida de la Biblia para que el que la lee, entienda que Dios acepta el estilo de vida homosexual.
Mis amigos, todo esto es señal de que el mundo está ya maduro para el anticristo que será popular, porque en su gobierno mundial incluirá a todos los que no quieran vivir según las normas de Dios. En Apocalipsis 6:1-2 es simbolizado como el jinete del primer caballo blanco que con un arco en la mano, pero sin flecha, saldrá galopando para vencer y conquistar los corazones de millones. Hará milagros mentirosos con la ayuda de Satanás y millones lo adorarán como si fuera Dios y después vendrá la gran decepción: caos, anarquía global, una tercera guerra mundial, la muerte de millones, y los juicios apocalípticos de Dios.
Afortunadamente, después del rapto de la iglesia, y después de siete años de tribulación y juicio, Cristo descenderá del cielo; la bestia, el anticristo, y el falso profeta, que engañarán, serán apresados y arrojados vivos al lago de fuego; Satanás y sus demonios serán arrojados al abismo, y entonces empezará el glorioso reino del milenio; mil años de gobierno de Cristo en la tierra, un gobierno en donde por fin imperará la justicia, la justicia que tanta falta hace hoy día.
En Isaías 32:1 leemos: “He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio.”. Este rey que reinará con justicia, es nada más y nada menos que el Rey de reyes y Señor de señores, Cristo Jesús, y los príncipes que estarán a cargo del sistema judicial de la tierra en aquellos días, seremos nosotros los creyentes lavados en su sangre, pues él nos hizo reyes y sacerdotes.
Hoy da dolor ver cómo la justicia funciona para algunos, y para otros no, a causa de la corrupción que hay en los gobiernos. A pesar de los millones de dólares asignados al órgano judicial, la corrupción continúa. ¿Por qué? Sencillamente porque mucha plata por fuera, no puede cambiar el corazón por dentro. Solo Dios, por su Espíritu Santo, puede darnos un nuevo corazón. Un corazón que ame la justicia, y aborrezca la maldad, el engaño y la corrupción. Y un corazón así, es el que tendrán todos los creyentes de la iglesia que formarán parte del gobierno de Cristo.
Allí no habrá ningún mundano. Habrá cero corrupción y perfecta justicia en la tierra por tres razones básicas: primero, porque Jesucristo, el varón perfecto, y gobernante perfecto, estará presente en persona. Segundo, porque el diablo y sus demonios, que incitan al mal hoy día, estarán ausentes, encadenados y encerrados en el abismo mientras dure el gobierno milenial de Cristo. Y tercero, porque los únicos que gobernarán con Cristo, será gente redimida por su sangre preciosa y regenerada por su Espíritu.
Una observación clave aquí. Nosotros, que reinaremos con Cristo, tendremos cuerpos glorificados a partir del arrebatamiento de la iglesia. Sin embargo, aquellos que habrán de convertirse al Salvador y Mesías Cristo durante la tribulación, tanto de Israel como de las naciones gentiles, tendrán cuerpos normales como el nuestro por ahora, y entrarán a la bendición del milenio, y se casarán y tendrán hijos; y estos hijos, cuando crezcan tendrán que también creer y aceptar a Cristo de manera personal.
Imagínese, mil años sin enfermedades y sin guerras, significará varios billones de seres humanos; y aunque usted no lo crea, a pesar de todas las bendiciones, y la gloria, y la paz del bendito Cristo, muchos no estarán de acuerdo con su reino y tendrán una rebeldía e inconformidad en sus corazones. ¿Cómo sabemos eso? Bueno, porque Apocalipsis capítulo 20 revela que después de los mil años, Satanás será suelto de su prisión, y un montón de gente que nacerá en el milenio, irá en pos de él. ¿Por qué todos ellos no se rebelaron antes del final de esos mil años? La respuesta es sencilla. Como leímos al inicio de Salmos 1, el Señor Jesucristo quebrantará a las naciones con vara de hierro, es decir, que no tolerará el pecado, como en su paciencia lo hace hoy día.
En Isaías capítulo 65:20 leemos: “No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito”. ¡Qué tremendo será esto! En el milenio, la edad se multiplicará por diez, es decir, un niño de diez hoy tendría 100 años en el milenio. Y si un niño con esa edad pecare, con una sola mala palabra, será maldito, es decir, será castigado inmediatamente con la muerte. Por eso, por miedo a ese gobierno de Cristo con vara de hierro, muchos no se rebelarán abiertamente hasta que concluya el milenio y el enemigo sea absuelto de su prisión.
Solo el gobierno con vara de hierro de Cristo impondrá la justicia y pondrá fin a tanto relajo, a tanta desobediencia, y a tanta maldad. Oh, Jesús, venga tu reino. Mi amigo, Cristo vendrá pronto para imponer su gobierno, pero ahora él quiere poner su gobierno en tu corazón, no por imposición, porque él no te va a forzar, sino con una decisión voluntaria de tu corazón. En Apocalipsis 22:17 leemos: “Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.
Mi amigo, aplica esta palabra preciosa a tu vida y recibe la vida eterna invitando a Cristo a que entre a tu corazón y prepárate, pues él dijo en Lucas 12:40: “Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá".